Si tenéis piedad, quitadme la tarjeta de crédito o el cable del módem y tiradlo al mar (pero no en la Barceloneta, porque podría rebotar en un támpax desechado y volver a la orilla, en cuyo caso lo encontraría) . Una de las dos cosas servirá. Porque esto no puede ser. Me he vuelto adicta a comprar por internet
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